Se trata de una enfermedad vírica que afecta a la piel y a las vías respiratorias, siendo una de las patologías más comunes en gallinas. El causante es el virus Variola avium, perteneciente a la familia Poxviridae, muy resistente a las condiciones ambientales. Es capaz de sobrevivir en el entorno durante varios meses, sobre todo con bajas temperaturas. El período de incubación de la viruela aviar va de uno a 10 días y puede contagiarse por contacto directo o por cualquier objeto contaminado.
Las aves afectadas pueden pasar la enfermedad sin que notemos ningún síntoma. Pero, cuando se dan signos clínicos, estos incluyen la aparición de unas lesiones blanquecinas, similares a ampollas, sobre todo localizadas en barbas o, en casos más graves, patas o incluso el resto del cuerpo.
Estas ampollas, con el paso del tiempo, acaban convirtiéndose en costras que tardan unas tres semanas en curarse y caer. Pueden dejar cicatriz. Cresta, cara, ojos o partes sin plumas pueden hincharse como parte de los síntomas de la viruela aviar en gallinas y cualquier otra ave.
Este cuadro dermatológico es el más frecuente, pero no el único. En algunas aves las lesiones del virus afectan a la boca y a la garganta, con secreciones oculares y nasales y problemas respiratorios que pueden ser tan graves como para matar al animal. Estas son las dos manifestaciones posibles de la enfermedad, siendo la segunda más peligrosa. Pueden aparecer de manera simultánea o independiente.
Esta patología es más común en aves ponedoras. Así, es más frecuente que detectemos viruela aviar en pavos, en gallinas o en pollos, aunque pueden ser cepas diferentes, lo mismo que la que causa la viruela aviar en canarios o la viruela aviar en palomas. Por eso, el cuadro clínico puede presentar algunas diferencias en función de la especie con respecto al que hemos descrito.
Al diagnóstico de esta enfermedad se llega por la observación del cuadro clínico y puede confirmarse detectando el virus en una muestra tomada de las lesiones. Si el ave vive con otras es conveniente separarla, ya que es una enfermedad muy contagiosa, y limpiar a fondo el ambiente.
Entre los medicamentos para viruela aviar el veterinario puede prescribirnos desinfectantes para las lesiones cutáneas, que pueden aplicarse directamente y en el agua de la bebida. Vitaminas como la A también pueden estar indicadas y van a mejorar el estado de la piel. Las secreciones pueden limpiarse con suero fisiológico.
Al tratarse de un virus, en principio, no serían necesarios antibióticos contra la viruela aviar, pero su presencia implica daños que van a favorecer la proliferación de bacterias, lo que complica los síntomas y, por ello, sí se aconsejan antibióticos según criterio veterinario. Los antifúngicos también pueden considerarse por el mismo motivo.
La viruela aviar se cura pero las aves recuperadas van a permanecer como portadoras, por lo que hay que extremar las precauciones si en algún momento queremos introducir una nueva ave en casa.
Existe vacuna para la viruela aviar que se aplica mediante punción alar y puede ayudar a prevenirla. El veterinario podrá informarnos sobre la pauta de administración que mejor se ajuste a nuestro caso. También es de ayuda mantener a las aves en buenas condiciones higiénicas, en un entorno adecuado y bien alimentadas. Con todo ello, es más probable que su sistema inmunitario sea más fuerte y consiga impedir o minimizar cualquier enfermedad.
Esta entrada ha sido publicada el 09/04/2021 09:30
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